Hacía tiempo que deseaba llegar a los orígenes de esta extraordinaria saga de videojuegos que ya va por su decimotercera entrega. Aún así sólo había jugado al Final Fantasy VII, (que este año cumple 10 añitos) para mí y para muchos uno de los mejores juegos de la historia, con el guión mejor desarrollado de todos (al cual me voy a poner a repetir por quinta vez ¡¡¡porque todavía no lo he acabado!!!)
Así que mi hermano y yo decidimos jugar en un mano a mano a ver quien se pasaba el Final Fantasy I antes, en su versión de Game Boy Advance. Hacía tiempo ya había jugado un poco a la versión de NES, sin embargo sus antiguos gráficos, y la época que corría me hicieron dejar rápidamente el juego. En cambio, en esta versión se nota el lavado de cara que le han hecho al juego, que lo hacen un producto muy entretenido y actual.
Cuenta la leyenda de cuatro guerreros, de pasado desconocido, cada uno portador de un cristal elemental que llegaron para salvar al mundo del mal, un ciclo que se repetía cada 2000 años. La tierra se pudría, el agua estaba emponzoñada, los montes escupían fuego y en el cielo se divisaba una gran tormenta, sólo el valor de estos guerreros y el poder de los cuatro guerreros podían detener la destrucción del mundo.
Esta es la sencilla historia que presenta el juego, no por ello menos acertada y que consiguió hace 20 años que Square, una compañía a punto de desaparecer, fuera remontando poco a poco el vuelo hasta crear una saga de vastas proporciones.
Nada más entrar en el título, suena la añorable melodía del prólogo de todos los final fantasy creada por el genial compositor Nobuo Uematsu. A partir de este momento y a lo largo de todo el juego nos encontraremos con elementos reconocibles en las siguientes sagas. Desde la banda sonora, pasando por las clases de los personajes (Guerrero, Ladrón, Monje y magos blanco negro y rojo que más tarde evolucionan a otras clases), la primera aparición de Bahamut (la famosa invocación de otras entregas), así como barcos voladores, cristales y figuras mitológicas.
Quizás por ser la primera entrega, la historia es muy lineal, a diferencia de las siguientes sagas, caracterizadas por continuos cambios de guión hasta llegar a la maestría de los títulos VI y VII de la franquicia.
El juego nos presenta un rol por turnos, luchas y más luchas en mazmorras repartidas por todo el mapa. La jugabilidad no puede ser mejor. A esta nueva versión se le han añadido además mazmorras con enemigos más duros que se van desbloqueando según pasa el juego para aumentar la diversión.
El sistema de magias es algo raro comparado con otros títulos, existen 8 niveles de magia de dos tipos (blanca y negra). Cada tipo de personaje tiene sus limitaciones, desde no poder utilizar ningún tipo de magia hasta ser especialista en una sóla de ellas. Por cada nivel, cada personaje sólo puede aprender hasta 3 magias.
Quizás la única pega que pondría al título (hay que ser benignos en muchos aspectos ya que se trata de un juego con 20 añitos ya) es lo fácil que me ha resultado, en especial al final. Los personajes subían de nivel muy rápido.
Por lo demás me ha resultado un juego sorprendentemente entretenido para los años que tiene, un poco breve quizás (me lo he pasado en dos tardes) y una historia quizás demasiado sencilla.
Un juego muy recomendable para pasar el rato y una verdadera experiencia para los fans de los Final Fantasy.
Próximo objetivo, el Final Fantasy II, que viene con el mismo paquete, y a ver si hago un comentario del VII.
jueves, 20 de septiembre de 2007
Final Fantasy I: Dawn of Souls
Publicado por Lord Mardolo en 14:06
Etiquetas: análisis, videojuegos
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